domingo, 15 de abril de 2012

LA MONTAÑA DE LOS DIOSES: NEMRUT-TURQUIA




Visto en origenes
Uno de los más impresionantes sitios arqueológicos de Turquía está situado a más de dos mil metros de altura.

Cuando en 1881 el ingeniero alemán Charles Sester llegó al Altiplano Armenio (actual Turquía) para evaluar la construcción de nuevas rutas de comunicación para el Imperio Otomano, hacía muchos siglos que el santuario de Nemrut Dagi había caído en el olvido. Sólo la gente de los alrededores sabía de su existencia, así que fueron ellos los que hablaron al alemán de unas misteriosas estatuas descabezadas en la cima de aquella montaña perdida.
Terraza Este - Antíoco I, Heracles, águila y león | cabovolo

Después de la prematura muerte de Alejando Magno en el 323 a.C., sus generales y oficiales se repartieron su imperio. Fue un proceso que se alargaría más de 20 años durante los cuales los diádocos (como eran conocidos estos generales) se enfrentaron en 6 guerras. Durante este tiempo el imperio que había construido Alejandro perdió su cohesión y acabó fragmentando en 3 estados independientes que subsistirían hasta la aparición del poder romano en el siglo II.

Uno de ellos fue el fundado por Seleuco en el 312 a.C. y al que correspondió inicialmente el territorio de la antigua Babilonia. Seleuco, sin embargo, no tardaría mucho en emprender una agresiva campaña para ampliar sus dominios, ocupando inicialmente la Anatolia y el norte de Siria, y con el tiempo llegando a hacerse con el control de casi todos los territorios asiáticos conquistados por Alejandro. Sin embargo, el Imperio Seléucida abarcaba un territorio demasiado extenso y de difícil control, por lo que Seleuco se acabó viendo obligado a ceder sus territorios del Indo al Imperio de los Mauria.

Mientras, varios gobernadores seléucidas aprovechaban la debilidad del poder central  seléucida para proclamar de forma casi simultánea la independencia de sus respectivos territorios. El gobernador del territorio bactriano en el 245 a.C. fue el primero en independizarse. Poco después le seguiría el sátrapa de Partia que crearía el reino que con el tiempo se convertiría en el poderoso Imperio Parto.

El Imperio Seléucida pareció recobrar su esplendor pasado con la llegada al poder en el 223 a.C. de Antíoco III el Grande. Inicialmente, consiguió recuperar parte de los antiguos dominios sometiendo a varios de los antiguos reinos rebeldes, pero cometió el error de invadir Grecia y acabó siendo vencido por la nueva potencia del Mediterráneo, Roma. Como consecuencia de su derrota, se vio obligado a firmar un acuerdo de paz con Roma que le obligaba a hacer grandes concesiones territoriales y pagar una gran suma de dinero en concepto de indemnización. El imperio seléucida jamás volvería a ser lo que fue.



Camino de ascenso a Nemrut Dagi | cabovolo


Amanecer desde Nemrut Dagi | cabovolo

Después de la muerte de Antíoco III, las numerosas guerras civiles debilitaron la autoridad imperial y se produjo una nueva oleada de reinos que se declaraban independientes, uno de ellos el de Comagene, una provincia situada en la parte sudeste de la Anatolia, entre los Montes Tauro o y el curso medio del río Éufrates, cuyo sátrapaPtolomeo se auto-proclamó rey en el 163 a.C.

Comagene se convirtió en un reino rico gracias a la fertilidad de sus tierras agrícolas, las rutas comerciales que lo atravesaban y sus propios recursos mineros. Una muestra de esta riqueza son los monumentos que han llegado hasta nosotros y el gran número de celebraciones de las que se tiene constancia que se llevaban a cabo a lo largo y ancho del reino durante el año, así como el testimonio de algunos historiadores de la época como Tácito, que hace referencia a la riqueza de la familia real o las expectativas de botín que tuvieron los ejércitos romanos cuando consideraron su conquista.

Ptolomeo I fue sucedido en el trono por el rey Sames que, a su vez, lo sería por su hijo Mitrídates I que contraería matrimonio con la princesa greco-siria del vecino Imperio Seléucida, Laodice, como parte de un acuerdo de paz entre ambos reinos. A partir de este momento, el Reino de Comagene fue adoptando la cultura helenística y abandonando sus raíces persas.


Foto antigua de la terraza este, la diosa Comagene aún tenía la cabeza en su sitio | International Nemrut Foundation

Fruto de la unión entre Laodice y Mitrídates I, nació Antíoco I, el que sería el constructor del majestuoso santuario de Nemrut Dagi. De esta manera, Antíoco se vanagloriaba de tener una ascendencia de lo más selecta dentro del mundo helenista. Descendiente del primer rey greco-sirio, Seleuco I Nicátor, del primer faraón griego, Ptolomeo I, y de los reyes griegos, Lisímaco de Tracia y Antípatro de Macedonia. Todos ellos, generales en tiempos de Alejandro Magno. Todo esto sin renunciar a los orígenes persas de su padre que se remontaban a Dario I, el Rey de Reyes persa. Algunos historiadores, sin embargo, cuestionan estos grandiosos orígenes de la familia real de Comagene y ven bastante más probable que se tratara de una dinastía local helenizada.

Pero aún más diverso que los orígenes de Antíoco I, lo era su reino, dentro del cual, la población local de origen semítico convivía con la de origen persa, griego o macedonio. Esta convivencia, sin embargo, no estaba exenta de tensiones y conflictos. Antíoco I, consciente como era de ello, se embarcó en un programa religioso que proporcionara cohesión a su reino unificando las diferentes creencias de sus súbditos. Al mismo tiempo, aprovechó la ocasión para reforzar su autoridad, situándose él y su familia a la misma altura que los nuevos dioses, instaurando así un culto a la familia real.

Este proceso no fue exclusivo de Comagene. En otros reinos helenísticos también se combinó el culto de dioses locales con el de los tradicionales dioses griegos. En Egipto, por ejemplo, se crearon nuevas deidades, como Serapis, un intento de armonizar las creencias tradicionales locales con las helénicas, creando un dios que pudiera ser venerado tanto por griegos como egipcios. Tampoco fue Antíoco I el primero que se situó a la altura de los dioses. Otra vez en Egipto, siguiendo con la tradición de los faraones, Ptolomeo II proclamó a su padre como dios y se autoproclamó a sí mismo como dios viviente. En otros lugares, sin llegar a alcanzar el mismo grado de divinidad que los dioses tradicionales, las estatuas de algunos reyes que se habían destacado por sus logros o conquistas militares también se veneraban en templos de otras deidades.



Vista aérea de la cima de Nemrut Dagi

Esquema de las diferentes partes del santuario | Maurice Crijins


Como parte de su plan, Antíoco I construyó el santuario en la cima del Monte Nemrut, una de las más altas de su reino (2.134 metros), unlugar elevado y sagrado para estar lejos de los hombres y cerca de los dioses, el lugar ideal para la construcción de los “tronos de todos los dioses” sobre unos cimientos que jamás serían demolidos. El santuario estaría coronado por el que tenía que ser su túmulo funerario, de una altura de 50 metros y un diámetro de unos 150, cubierto por millones de pequeñas piedras calizas. Alrededor del túmulo, se excavaron en la roca 3 terrazas, sólo para la construcción de la situada al este fue necesario extraer unos 1.500 metros cúbicos de roca de la cima y así ganar el suficiente espacio. La...
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