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jueves, 26 de enero de 2012
Los falos de piedra de Los Hinojosos (Cuenca)
Notas sobre su
culto extinguido
Miguel Salas Parrilla
IES Manuel Azaña de Getafe (Madrid)
EL
OPROBIO DE LA ESTERILIDAD
nicia
Pierre Saintyves su libro Las madres vírgenes y los embarazos milagrosos en los siguientes
términos: “Los pueblos jóvenes no solamente ignoraron las doctrinas de Malthus,
sino que también tuvieron un profundo horror a la esterilidad. No se imaginaron
otro azote más temible ni una vergüenza mayor. Entre ellos la mujer estéril era
un oprobio para los suyos, y ella misma se consideraba como maldita. Si no daba
a luz, ¿para qué servirían la cavidad de su vientre y la copa de sus pechos? Su
estéril belleza se cubría de luto con estos pensamientos obsesivos, a los que
habría deseado conjurar criando a un niño entre sus brazos”.
Podríamos
preguntarnos el porqué de esta exaltación de la fertilidad desde épocas
prehistóricas en casi todas las culturas. Sabido es que antes de que se inventaran
los antibióticos y otros fármacos en el siglo XX, la mortalidad general, y en
especial la infantil, era muchísimo mayor que ahora, siendo la esperanza media
de vida, en la época de los romanos, de unos 45 años frente a los casi 80
actuales. En esas circunstancias, no ha de extrañar que la primera preocupación
del grupo fuera la supervivencia de la especie, para lo cual se requería que
las parejas tuvieran muchos hijos y que los campos dieran sus frutos para poder
alimentarse. Así pues, la preocupación por la fertilidad humana, animal y
vegetal podríamos considerarla como primordial desde épocas remotas hasta los
albores del siglo XX.
En
muchas culturas, la joven soltera que había tenido un hijo, no sólo no era
mirada como una carga de deshonor, sino que se la consideraba más valiosa, pues
ella ya había demostrado que era capaz de engendrar y parir, que es lo que al
fin y al cabo se apreciaba. Hasta el siglo XIX, las mujeres que parían ocho o
más hijos entraban dentro de la normalidad, mientras que en nuestra cultura
actual lo habitual es tener uno o dos hijos a causa de la carestía de la vida,
de la comodidad, de una mayor longevidad y de la incorporación de la mujer al
trabajo fuera del hogar.
En
la Biblia ya encontramos varios episodios que nos hablan del horror a la
esterilidad:
Sara,
la esposa de Abraham, padre del pueblo judío y musulmán, viendo que era estéril
y que no era capaz de concebir, entregó su sierva Agar a Abraham para que éste
pudiera reproducirse y cuando, por fin, Sara concibió, consideró ese día como
el más feliz de su vida y quedaron satisfechos sus anhelos.
Entre
los hebreos, siguiendo el mensaje bíblico de “creced y multiplicaos”, el deseo
era tener tanta descendencia como las estrellas o como las arenas del mar.
Jacob se casa con dos hermanas, Sara y Raquel, y dado que Raquel tardaba en
quedarse embarazada, ésta le suplicaba “dame hijos o moriré”, y cuando se quedó
embarazada, exclamó: “Dios me ha librado del oprobio”. Cuando ambas hermanas ya
eran estériles por ser mayores, ellas mismas le entregaron como sustitutas a
sus siervas, más jóvenes que ellas, con las que Jacob tuvo más hijos.
El
protoevangelio apócrifo de Santiago nos relata las dificultades para tener
descendencia de Joaquín y Ana, padres de la virgen María, madre de Jesucristo.
Por esta razón, Joaquín fue expulsado del templo y no se le dejó presentar su
ofrenda. Joaquín se retiró al desierto, ayunó durante cuarenta días y cuarenta
noches, mientras su mujer suplicaba al creador y se lamentaba por no tener
descendencia. Cuando Joaquín regresó, cohabitó con su mujer, que concibió a
María quien muy joven entró a servir en el templo para cumplir la promesa de
sus padres.
Los
primitivos solían adorar a las piedras, en especial las que tienen una forma
cónica, similar al pene, con las que se frotaban, pues creían que así
facilitarían la fecundación.
Se
pregunta Saintyves: “¿Qué razones llevan a los adoradores de piedras a invocar
a algunas de ellas contra la esterilidad? Sin duda, hubo muchas razones. En
algunos casos son las formas groseramente fálicas de las rocas las que han dado
lugar a estas prácticas”.
En
la India la divinidad más venerada por las mujeres estériles es Siva, cuyo
símbolo es el lingam o pene que se representa en
las pagodas como una piedra alzada. En Tanjora existe una pagoda con 365 lingam (uno por cada día del año), a los que se les cuida y se les unge con
un aceite especial, perfumes y rosas, y se les rinde culto un día a cada uno.
Las mujeres estériles pasan una noche a oscuras en la pagoda con la creencia de
que, por la noche, Siva, el dios del enorme falo, las visitará y las convertirá
en fértiles.
EL
CULTO AL FALO
Ya
en las cuevas paleolíticas de Altamira (Cantabria) y Lascaux (Francia)
encontramos símbolos fálicos ante los cuales se practicarían ritos mágicos con
la esperanza de que éstos propiciaran la fecundidad no sólo de las mujeres,
sino de la naturaleza, que es fuente de vida. En la cueva levantina de Cogull
(Lérida), hay una pintura, que pertenece a poblaciones epipaleolíticas, en la
que nueve mujeres con pecho descubierto realizan una danza ritual en torno a un
hombre desnudo, provisto de un gran pene. Estos ritos de fecundidad fueron
todavía más usuales en el Neolítico vinculándose a la agricultura y a la
ganadería.
Pintura rupestre de Cogull
Una de las probables interpretaciones del uso y significado
de los menhires (men = piedra e hir = larga) es que sean
monumentos a los dioses para lograr de ellos fecundidad y fertilidad, pues el
menhir sería un símbolo fálico que representaría al falo, siempre erecto, del
dios creador del mundo. Los menhires no
sólo los encontramos en la cultura europea, sino también en la
americana. Así, por ejemplo, en la localidad del Mollar, provincia de Tucuman (Argentina),
se ha creado un parque arqueológico con los menhires hallados en las
inmediaciones, menhires que también encontramos en Perú, Nicaragua, México o la
isla de Pascua. En algunos menhires hay grabadas serpientes, animales que
también se asocian a la fertilidad o círculos concéntricos que simbolizan el yoni
hindú o la vagina, que a su vez simboliza la
fertilidad.
Ya
en épocas históricas, el culto al falo, como símbolo de fecundidad y
fertilidad, lo encontramos en casi todas las culturas: Mesopotamia, Egipto, India,
Imperio Romano, Escandinavia, Perú, México, etc. Lo realmente curioso es que,
en un principio, el culto al falo no estaba relacionado con ideas indecentes ni
de obscenidad ni era mal visto en ninguna de estas sociedades.
Según
Westropp, en las manifestaciones del falo, en el ámbito grecolatino, cabe
distinguir tres fases muy diferenciadas. En la primera, fue objeto de
reverencia y culto, al relacionársele con la fertilidad. En la segunda, se le
utiliza como amuleto o poder protector contra las malas influencias
(encantamientos, mal de ojo, etc.) y se llevaba colgado al cuello. En la
tercera, el culto derivó en manifestaciones morales licenciosas como las orgías
en honor a Baco o Dioniso que llegaron a prohibirse en tiempos del imperio
romano.
El origen de este culto se remonta a un dios distinto en
cada cultura, pero relacionado con funciones similares. Los fenicios lo
relacionaban con Adonis, los egipcios con Osiris, los frigios con Attys, los
griegos con Dioniso y los hindúes con Siva.
Según
Herodoto, el nombre Dioniso y los ritos que caracterizaban su culto fueron
introducidos en Grecia por Melampo, dos generaciones anteriores a la guerra de
Troya (hacia el siglo XII a.C.). De Grecia pasó a Roma y de aquí se extendió a
todo el imperio romano, encontrándose manifestaciones del mismo en Grecia,
Italia, Francia, España y Gran Bretaña. El culto al lingam (falo) y al yoni (vagina) en la India
parece que se remonta a las culturas indoeuropeas que se impusieron a la
cultura original de Mohenjo-Daro hacia el año 1500 antes de Cristo.
Los
romanos fueron un pueblo muy respetuoso con las divinidades de los pueblos
conquistados. El panteón romano está formado en gran parte por dioses de
Grecia, Egipto, Oriente y otros territorios conquistados.
Parece
ser que los romanos adoptaron el falo de la cultura griega, aunque es probable
que ésta, a su vez, se inspire en culturas indoeuropeas que poblaron Europa y
Asia a lo largo de la mitad del segundo milenio antes de Cristo, pero el caso
es que los romanos difundieron los falos en la mayor parte de su imperio.
Los falos hallados en la península ibérica consideramos que
son de origen romano. Romanos son
los falos de Ufones y Rabanales (Zamora), donde se han hallado diversos
restos romanos y castros celtas. En Rabanales existen dos falos al lado de la
iglesia, uno mayor que otro, el mayor de ellos tiene unos dos metros de altura.
El de Ufones es de menores dimensiones y también se halla junto a la iglesia,
lo cual nos hace pensar en que recibirían culto, pues es sabido que los
cristianos levantaron sus templos en los mismos lugares donde antes se había
practicado un culto pagano.
Falo romano de Rabanales junto a la iglesia
De
origen romano –o tal vez griego- es el falo con testículos, grabado en
relieve en un sillar próximo a la puerta meridional de la muralla de Ampurias
(Gerona).
También consideramos de origen romano los falos que desde
tiempo inmemorial se hallan en...
martes, 17 de enero de 2012
Menhir del Pla de les Pruneres. Mollet del Vallès (BARCELONA)
En abril del 2009 se descubrió en la localidad barcelonesa de Mollet
de Vallès un menhir de la época del Neolítico. Fue trasladado al Centro
de Restauración y Conservación de Sant Cugat (Barcelona), para ser
estudiado en profundidad. Actualmente se encuentra en el patio de la
biblioteca de Can Mulà, esperando a que acaben las obras de restauración
en la Masia de Can Pantiquet y Can Flequer, que acogeran un centro de
estudios de la ciudad de Mollet.
El descubrimiento se realizó durante las obras de construcción de un
parquing en el centro de la ciudad ( en el Pla de les Pruneres),
enterrado a una profundidad de 10 metros.
El Menhir de Mollet mide 4,90 metros de altura y 68 centímetros de
ancho; con un peso de cerca de 6 toneladas. Està hecho de arcosa, una
roca sedimèntaria formada a partir de la erosión de rocas graníticas; un
tipo de material que no se encuentra en el entorno más inmediato de la
ciudad, por lo que se cree que puede proceder de la Serralada Litoral o
de la montanya del Figaró, des de dónde fue transportada hasta la plana
del Vallès.
Data del Neolítico Final, entre el 3300 y el 2500 aC. (Wikipedia)
Foto del blog Arcis de Albert Fábregas
Traslado del Menhir para su estudio
Dibujo de la estatua-menhir extraido del articulo original de Pablo MARTÍNEZ RODRÍGUEZ
se puede leer el texto completo:
PDF
Textos y foto extraidos de la web del Ayuntamiento de Mollet del Vallès
¿Cómo es el Menhir de Mollet?
La composición geológica del Menhir es de arcosa, una roca sedimentaria formada a partir de la erosión de rocas graníticas, de unas características que no se encuentran en Mollet ni entorno más inmediato. Sus medidas son: 4,90 m de longitud, 68 cm de anchura y 110 cm de profundidad: 110 cm. Pesa cerca de seis toneladas.
La composición geológica del Menhir es de arcosa, una roca sedimentaria formada a partir de la erosión de rocas graníticas, de unas características que no se encuentran en Mollet ni entorno más inmediato. Sus medidas son: 4,90 m de longitud, 68 cm de anchura y 110 cm de profundidad: 110 cm. Pesa cerca de seis toneladas.
¿Cómo son los grabados del Menhir?
En un lado tiene unos grabados curvilíneos y rectilíneos que forman motivos de serpiente, de...
En un lado tiene unos grabados curvilíneos y rectilíneos que forman motivos de serpiente, de...
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