Durante la Época Túrdula la aristocracia dirigente de la ciudad de
Ibolca, actual Porcuna, se refleja en el imponente conjunto escultórico
descubierto en la necrópolis de Cerrillo Blanco, roto en miles de
fragmentos que según sus primeros excavadores fueron ocultados
intencionadamente.
Las esculturas representan animales exentos (toro),
luchas de animales, seres mitológicos (grifos, esfinges, etc.),
personajes de posibles escenas votivas o sacras, escenas de lucha,
guerra o caza actividades propias de la nobleza de este mundo
mediterráneo protohistórico.
Al no conservarse textos de la época,
aunque sabemos por Estrabón que los hubo, se nos escapa el sentido
último de estas representaciones, su mensaje, y los actuales intentos
para explicarlo desde la pseudoantropología arqueológica, no faltos de
contaminaciones presentistas, y desde la copia de tradiciones
mitológicas, distorsionan y alejan la posibilidad de hallar su
explicación.
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Oso apoyado sobre un herma. Obra ibera procedente de Porcuna (Jaén, Andalucía, España).
Esta escultura combina el tema clásico del herma con la figura de un
animal de carácter funerario, característico del mundo ibérico. |
Las
esculturas están realizadas en una calcarenita local, "piedra blanca",
en bulto redondo y alto relieves. Se fechan a comienzos del siglo V a.C,
siendo destruidas unos cien años después. Pese a su estado fragmentario
las esculturas de Cerrillo Blanco son el mayor y más representativo
conjunto escultórico del mundo ibérico, sólo parangonable en calidad a
algunas esculturas de La Alcudia de Ilici/Elche.
Actualmente se hallan
fuera de su contexto y desubicadas en el Museo Provincial de Jaén y se
pretende que sean el centro del futuro Museo de Arte Ibero de Jaén, no
obstante la legitimidad de su futuro patrimonial se halla, como el de
todos los restos expoliados y pese a quien pese, en su vuelta a la...
tierra que las hizo y las guardó durante dos mil quinientos años, el
único lugar donde tienen sentido, la ciudad de Porcuna.
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Foto Emilio |
Esta
necrópolis de Cerrillo Blanco sigue funcionando durante los siglos V a I
a.n.e. cambiando el rito originario de inhumación por el de
incineración hasta ser abandonada con la adopción definitiva de los usos
funerarios romanos en el siglo I a.n.e.
Durante todo el periodo se
producen más elementos arquitectónicos y escultóricos del nivel de los
de Cerrillo Blanco, que muestran la complejidad, poder y desarrollo de
la ciudad y sus élites. (Texto de aquí).
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Tumulos de Cerrillo Blanco y paisaje tipico de la zona al fondo. Foto Emilio |
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Las Campiñas del curso medio del río Guadalquivir, donde
geográficamente se ubica Porcuna, son un medio de paisaje alomado de
transición entre el valle estricto por donde circula el río y el pie de
monte de las cordilleras subbéticas que cierran el gran valle al sur.
Este territorio con gran riqueza de suelos para el cultivo, a pesar de
cierta escasez de agua, goza de un clima mediterráneo-continental todo
lo cual ha favorecido el establecimiento y crecimiento de las
poblaciones humanas de economía campesina y ganadera desde su
sedentarización en el Neolítico.
Sobre algunos altos y cortados cerros amesetados que dominan este
paisaje se asentaron los primitivos poblados que llegaría a convertirse
en grandes agrociudades que nuclearizan el territorio. Algunas de ellas,
además de Porcuna, son Espejo, Bujalance, Baena, Castro
del Rio, Arjona, etc.
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Foto Emilio |
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«Dicha
región se llama Baetica, por el nombre del río, y Turdetania por el
pueblo que la habita; a estos habitantes llámaseles turdetanos y
túrdulos, que unos creen que son los mismos; mas, según otros dos
pueblos distintos... Tienen fama de ser los más cultos de los iberos.
tienen un alfabeto y escritos de antigua memoria, poemas y leyes en
verso que ellos dicen de seis mil años»
(Turdetania según Estrabón)
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Cerrillo Blanco. Foto Emilio |
Protohistoria: El Mundo Túrdulo
(ca. ss.V-III a.n.e) - Texto de obulco.org
A finales del siglo VI a.n.e.
se produce una “crisis” que rompe con la sociedad y la cultura
orientalizantes y que da paso a lo que se ha definido como sociedades
“ibéricas”. En el valle del Guadalquivir se produce una ruptura entre el
alto y medio valle, y el bajo, que se configuran como sociedades con
una cultura común pero con diferencias sustanciales, mientras que su
cultura había presentado rasgos más unitarios en la fase orientalizante o
tartésica.
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Foto Emilio |
A pesar de la confusión a que inducen muchas de las fuentes griegas, se
puede afirmar que el territorio tartésico, básicamente todo el Valle
del Guadalquivir, conserva una idea de unidad geográfica, es la
Turdetania de que hablan las fuentes, pero esta Turdetania está dividida
en dos grandes pueblos, los Turdetanos y los Túrdulos, ocupando los
primeros la Baja Andalucía y los segundo gran parte del Medio y Alto
Guadalquivir. Más allá están los Oretanos que ocupan la cabecera del río
y se extienden hacia la meseta de la actual provincia de Ciudad Real y
los Bastetanos que ocupan la parte suroriental de la actual provincia de
Jaén y oriental de la de Granada.
Porcuna es durante todo este periodo la mayor ciudad y capital del
territorio de los Túrdulos. En esta época se mantiene la doble ciudad, o
dípolis, de Los Alcores-Porcuna y Albalate, en la primera se han
excavado restos de murallas y de casas y en la cumbre de la segunda se
excavó un edificio absidal de gran magnitud, de algún posible espacio
público relevante.
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Foto Emilio |
La aristocracia dirigente de la ciudad se refleja en el imponente
conjunto escultórico descubierto en la necrópolis de Cerrillo Blanco,
roto en miles de fragmentos que según sus primeros excavadores fueron
ocultados intencionadamente. Las esculturas representan animales exentos
(toro), luchas de animales, seres mitológicos (grifos, esfinges, etc.),
personajes de posibles escenas votivas o sacras, escenas de lucha,
guerra o caza actividades propias de la nobleza de este mundo
mediterráneo protohistórico. Al no conservarse textos de la época,
aunque sabemos por Estrabón que los hubo, se nos escapa el sentido
último de estas representaciones, su mensaje, y los actuales intentos
para explicarlo desde la pseudoantropología arqueológica, no faltos de
contaminaciones presentistas, y desde la copia de tradiciones
mitológicas, distorsionan y alejan la posibilidad de hallar su
explicación.
El territorio túrdulo y la ciudad de Ibolca al final de esta época,
cuando su sociedad está cambiando las formas aristocráticas originales
del periodo por formas oligárquicas ciudadanas, como ocurre en todas las
sociedades mediterráneas del momento se ve inmersa en el proceso de
llegada a la Península Ibérica de los ejércitos cartagineses, la IIª
Guerra Púnica y la victoria romana tras la Batalla de Ilipa en 206,
fecha que marca el comienzo de la “romanización”.
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