martes, 30 de octubre de 2012

DÓLMENES, MENHIRES Y REDES DE HARTMANM

Dólmen Casa del Monje Badajoz. Foto Emilio
Particularmente las redes de Hartmann, que son las líneas de fuerza de la estructura electromagnéticas terrestre y que fueron investigadas por el Doctor E. Hartmann, médico de la Universidad de Heildelberg, Alemania, son las al parecer más tienen que ver con los dólmenes y menhires, pues los dólmenes orientan la línea de su eje en dirección Sureste, entre ellos aparece una zona Neutra interior como si de un templo se tratara, la red Hartmann se aparta en las cuatro direcciones y rodea al dolmen como una especie de estuche de protección, es decir la zona del centro, en su interior es Neutra, sin Rayos Hartmann.


Dibujo Emilio

El menhir por el contrario atrae la red Hartmann, que se deforma para adaptarse a esa atracción, de manera que la red Hartmann se encuentra concentrada bajo los menhires, tanto en sentido Norte-Sur como Este-Oeste. Por lo tanto los menhires actúan como captadores y emisores de energías. Tal vez podamos afirmar que nuestros antepasados conocían y sabían utilizar las fuerzas de la Tierra y la usaban en su provecho, utilizando esas piedras captadoras de energía en beneficio de la agricultura, ya que convertían en más fértil un perímetro dado.
Menhir Bretaña Francesa.Foto Emilio
Dibujo Emilio

En los últimos años los Geobiologos, ( geobiologia = ciencia que estudia la relación entre gea, tierra –las energías procedentes de la tierra- y bios, vida- los seres vivos que la habitan), afirman que existe una relación entre el lugar de estos asentamientos y las energías telúricas de la propia tierra, teniendo en cuenta que el termino telúrico, viene del latín y significa “terrestre”, de tellus, tierra, y sirve para definir el conjunto de energías y radiaciones que están presentes en la superficie terrestre procedentes del subsuelo, como son las energías magnéticas, corrientes de aguas subterráneas, radiaciones por vetas de metales, fallas tectónicas, líneas Hartmann, etc, etc.
Citamos textualmente a Mariano Bueno, Director del Centro Mediterráneo de Investigación Geobiológicas:

“ En zonas de gran radioactividad natural hallamos los lugares sagrados, zonas de culto milenario o de reposo de los antepasados. Nuestras mediciones actuales nos muestran fuertes anomalías geomagnéticas, elevados niveles de radioactividad u otras alteraciones geofísicas en tales asentamientos, que por regla general, fueron marcados por petroglifos, menhires, dólmenes, pirámides u otras construcciones pétreas que siguen indicándonos la presencia de algo especial, de una energía que convenía tener en cuenta o temer, según el caso.

Todo este antiguo conocimiento de las energías del lugar, teñido de sacralidad, lo hallamos vivo en muchas culturas primitivas aun no destruidas por la penetración de la influencia occidental.”

viernes, 26 de octubre de 2012

Tartessos: en busca del reino perdido


Los tartesios ¿eran fenicios?

In Arqueologia, Fenicios, Historia on 11/10/2012 at 11:11

Piel de toro
Pectoral de oro en forma de piel de toro, procedente de El Carambolo. Los casi tres kilogramos de oro que en 1958 se hallaron en el cerro de El Carambolo, próximo a Sevilla, precedieron la excavación, entre los años 2002 y 2005, de un recinto sagrado edificado allí en el siglo VIII a.C., que fue remodelado y ampliado en el siglo siguiente. Aunque este santuario es de tipo fenicio, su altar en forma de piel de toro extendida, que se corresponde con los pectorales del tesoro que tienen igual forma, constituiría un rasgo original del mundo tartesio. Puede que las joyas que forman el tesoro de El Carambolo fuesen ornamentos de una imagen de culto (quizás adornaron toros sagrados) o atributos sacerdotales.
Crédito: Oronoz / Album

Según cuenta el Antiguo Testamento, en el siglo X a. C. las naves de Salomón, el rey de Israel, volvían cada tres años cargadas de oro de un lejano y misterioso lugar llamado Tarsis: «El rey Salomón tenía en el mar naves de Tarsis con las de Hiram [rey de Tiro], y cada tres años llegaban las naves de Tarsis, trayendo oro, plata, marfil, monos y pavones». La cita procede del Libro de los Reyes, escrito allá por el siglo VII a.C., pero nos remite tres siglos atrás, cuando la opulencia mineral del sur de la península Ibérica atraía hasta el otro extremo del Mediterráneo a los primeros navegantes semitas. La mayoría de historiadores lo tiene claro: el primer autor que mencionó a Tarsis se estaba refiriendo a las relaciones comerciales que los israelitas mantenían con Tartessos, el reino situado más allá de las columnas de Hércules (el estrecho de Gibraltar), en el Bajo Guadalquivir, que rigió el mítico rey Argantonio. Desde esta primera mención, el aura enigmática en torno a Tartessos no se ha desvanecido. Viajeros, filólogos y arqueólogos se han lanzado durante decenios a la búsqueda de los restos de aquella civilización que floreció entre los años 1000 y 500 a.C., para desaparecer luego y caer en un olvido silencioso que ha durado hasta hace poco, inmersa en una nebulosa de incertidumbres y conjeturas.

Tartessos y la Atlántida

El interés por la misteriosa Tartessos se remonta a la Antigüedad. Diversos historiadores y viajeros griegos de los siglos VI al IV a.C. dejaron constancia de lo que se sabía, o creía saberse, sobre aquella civilización. Tal fue el caso de Hecateo de Mileto, de Heródoto y, sobre todo, de Avieno, que en su Ora marítima hablaba de un río llamado Tartessos que ceñía la isla en la que se encontraba la ciudad, también denominada Tartessos. Otro autor del siglo IV a.C., Eforo, se refería igualmente a «un mercado muy próspero, la llamada Tartessos, ciudad ilustre, regada por un río que lleva gran cantidad de estaño, oro y cobre de Céltica». A todos ellos se sumó una referencia aún más intrigante, la de la Atlántida cantada por Platón en sus Diálogos, particularmente en el Timeo, y que muchos no dudaron en identificar con Tartessos. ¿A qué, si no, podría aludir Platón cuando describe la Atlántida como «una gran isla, más allá de las columnas de Heracles, rica en recursos mineros y fauna animal»? Incluso arqueólogos contemporáneos han creído hallar los restos de la Atlántida en la región tartesia. Pero, de momento, se trata de una conexión imposible, basada más en las fabulaciones que en las certezas. Tal es caso de la tesis del francés Jacques Collina-Girard, que ubicó en 2001 la Atlántida en la isla Espartel, a medio camino entre Cádiz y Tánger; y de los avistamientos de Rainer Kuehne, quien en 2004 dijo haber localizado con imágenes aéreas los vestigios del templo de «plata» consagrado a Poseidón y el templo «dorado» levantado en honor a Cleito en la Marisma de Hinojos, cerca de Cádiz.
Al margen de la cuestión de la Atlántida, el primer autor que intentó localizar con exactitud Tartessos fue un filólogo, Antonio de Nebrija, responsable de la primera gramática castellana. En 1492, Nebrija identificó Tartessos con el río Betis (Guadalquivir) y con el paisaje de brazos marinos que formaba el río en su desembocadura. Pero las conjeturas de Nebrija, emitidas desde la intuición, no contaban con ningún tipo de respaldo arqueológico.

Tras las riquezas de Argantonio

La investigación arqueológica se hizo esperar hasta el siglo XIX. El primero que removió las entrañas andaluzas en busca de Tartessos fue George Bonsor, un pintor anglofrancés que quedó fascinado por los paisajes de Andalucía y que, desde la década de 1880, cambió lienzo y acuarela por pico y pala en cuanto comprobó el potencial arqueológico que se extendía bajo sus pies. Nadie le había enseñado a excavar, pero su ilusión pudo más que su bisoñez. Bonsor recuperó un alijo de piezas tartésicas en diversas necrópolis sevillanas como las de Cruz del Negro, Carmona, Setefilla y Cerro del Trigo.
A Bonsor lo siguió el alemán Adolf Schulten, gran impulsor de la investigación en el yacimiento de Numancia, de donde salió enemistado con las autoridades culturales españolas. Schulten quería seguir el ejemplo de su compatriota Schliemann, que había desenterrado Troya gracias a su fe en las fuentes clásicas. La Ora marítima de Avieno sería para Schulten lo que la Ilíada había sido para Schliemann; y el Coto de Doñana haría las veces de colina de Hissarlik, en Turquía, donde Schliemann encontró, en 1873, la Troya cantada por Homero.
Schulten pretendía demostrar que Tartessos yacía en las Marismas de Doñana y pasó a la acción con la ayuda de Bonsor. Se hizo con las herramientas necesarias y dirigió la ambiciosa aventura de localizar allí Tartessos. Pero al final lo único que encontró fueron unas ruinas de época romana en el llamado Cerro del Trigo. Schulten fracasó, pero su contribución no dejó por ello de ser importante. Su obra Tartessos, publicada en 1924, sirvió para ordenar todos los conocimientos que se tenían sobre la antigua civilización del Guadalquivir y constituyó el punto de partida de investigaciones posteriores.
Todos los testimonios legados por las fuentes se refieren a Tarsis o Tartessos como una civilización de alma metalúrgica: «El más elegante de los mercados, la ciudad del oro y la plata…». Tanto es así que Argantonio, el rey tartesio por antonomasia, lleva la plata (Arg-) incorporada a su nombre. Pero...

jueves, 25 de octubre de 2012

Tartessos. Reino Legendario

Desde el siglo VIII al VI a.C. una civilización, Tartessos, que ocupa el suroeste de la Península Ibérica, atrae por su riqueza a los pueblos navegantes del Mediterráneo Oriental. Tarteso fue un país catalizador de culturas, fue también el primer estado y la primera economía minera de la Península, sin embargo, sobre su trayectoria se ciernen el enigma y el misterio.

POBLADO ÍBERO/TARTESSO DE CERRILLO BLANCO - PORCUNA (JAÉN) - FOTOS

Tarteso existió

Tartessos y los primeros reyes de España

EL TEMPLO DE CANCHO ROANO, LA CONEXIÓN EXTREMEÑA CON LA LEGENDARIA ATLÁNTIDA

 

Para aprender hay que desaprender.
Todo puedo ser al revés de cómo se suponía hasta ahora.
No fueron los fenicios quienes enseñaron a escribir a Occidente.
Andalucía enseñó a escribir al mundo occidental.
Los fenicios ”inventados” por los griegos pudieron ser los onubenses.
El color “rojo” de Huelva fue el “fenicio”
 
En la Península Ibérica ya se utilizaba la escritura miles de años antes que los fenicios aparecieran por sus costas. Esta innovadora tesis viene avalada por los estudios aportados en esta obra. En el Museo de Huelva (España) se encuentran expuestos dos útiles prehistóricos, encontrados en sepulcros megalíticos, con evidencia de escritura. No son las únicas muestras, existen otras en el sur peninsular. Debemos poner en duda lo que hasta ahora se consideró como verdad irrefutable, el que fueran los fenicios quienes nos enseñaron a escribir. ¿Y si, en realidad, hubiera ocurrido lo contrario? ¿Y si esos pueblos del mar que toda la mitología del Mediterráneo Oriental sitúa en la Península Ibérica, hubieran enseñado, en verdad, a los fenicios? ¿Escribirían los fenicios sus propios Anales en una escritura de Occidente?

Los fenicios, al llegar a la Península Ibérica a finales del II milenio a.C., encontraron gentes que ya usaban un torno rápido para pulir el oro y que escribían signos lineales. El geógrafo griego Estrabón se refirió a los turdetanos como un pueblo que tenía leyes escritas en verso de seis mil años de antigüedad). Una golondrina no hace verano. Las escrituras de Huelva no están solas en la penumbra de la Prehistoria: Numerosos signos de escrituras «prehistóricas», fechadas a partir del 7 000 a.C. aparecen en Europa y en las islas del Mediterráneo. Son ya muchas las aves que acompañan el vuelo de las golondrinas de Tartessos.
Ana María Vázquez Hoys. Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid, Ana María Vázquez Hoys es doctora en Historia Antigua, profesora y tutora en dicho departamento de la UNED desde 1980.
Además, es miembro de diversas organizaciones como la Asociación Española de Amigos de la Arqueología, la Asociación española de Estudios Clásicos, la Asociación Internacional de Estudios Romanos, el International Council of Indoeuropean and Thracian Studies, el Instituto de Estudios fenicios (UCM)...
Es autora de casi treinta publicaciones y ensayos, entre los que se encuentran Diana en la religiosidad hispanorromana, el Diccionario del Mundo Antiguo, El mundo griego. De los inicios a la conquista romana, Historia de Roma I. La República romana, o Grecia. El Mundo griego.
Ha escrito diversos artículos, y participado en numerosos congresos y, como anécdota, ha sido responsable de programas didácticos en televisión y radio (como algunos espacios dentro del programa La aventura del saber, de TVE).
 

miércoles, 24 de octubre de 2012

Paisajes megalíticos de Huelva

Dólmen de Pozuelo, Huelva. Foto Emilio
 El arqueólogo José Antonio Linares reúne en un libro los monumentos funerarios de la antigüedad en Huelva · La edición es una guía para orientar a los visitantes
El patrimonio rupestre de la provincia de Huelva se ha recogido en una edición que ve la luz bajo el título 'Territorios, paisajes y arquitecturas megalíticas. Guía del megalitismo de la provincia de Huelva'. Distintos términos municipales reúnen un interesante patrimonio funerario que data de hace millones de años y que por estar disperso por el campo ha sufrido en numerosas ocasiones destrozos por departe de desaprensivos. Hace años que la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía destinó fondos para su conservación e incluso se hicieron varias rutas de interés turísticos para orientar al visitante.

Este libro que ahora sale publicado fue presentado por la directora general de Bienes Culturales, Margarita Sánchez Romero, a la que acompañó el delegado de Cultura de Huelva, Ángel Romero. Se trata de una publicación divulgativa con la que se pretende dar a conocer a los ciudadanos la diversidad de territorios y monumentos megalíticos existentes en la provincia de Huelva. 
Dólmen de los Llanos de la Belleza (Aroche), Huelva. Foto Emilio

Este patrimonio se manifiesta en un conjunto de paisajes megalíticos singulares, como los paisajes domesticados neolíticos de la ribera del Chanza y bajo Guadiana, los paisajes simbólicos de los grabados rupestres del Andévalo y Sierra Morena o los paisajes ritualizados de los conjuntos dolménicos del Andévalo oriental y Sierra de Aracena, entre otros.

Esta diversidad ha llevado a la Consejería de Cultura a editar un libro-guía sobre el megalitismo en la provincia onubense, cuyos contenidos "ayuden al...

martes, 23 de octubre de 2012

Cadiz - Dólmen de Alberite - Villamartin

Arqueomanía - El dolmen de Alberite

El dolmen de Alberite en Villamartín (Cádiz) ha sido uno de los pocos de la península excavado con criterio científico moderno. La datación de su cámara sepulcral ha permitido retrasar el dolmenismo peninsular al quinto milenio antes de Cristo, dos mil años antes de lo que se pensaba hasta ahora. A través de algunos elementos del ajuar funerario del dolmen y de otras evidencias nos acercaremos al comercio europeo durante el neolítico y veremos que su origen es atlántico, no mediterráneo como se creía. Toda una novedad.
Las primeras escrituras de la Península Ibérica se han datado entorno al siglo VII antes de Cristo. Pero unas misteriosas inscripciones sobre piezas muchos más antiguas del Museo de Huelva han provocado un verdadero terremoto en la investigación actual. Manuel Pimentel se encuentra con Ana María Vázquez Hoys, una investigadora dispuesta a revolucionar el panorama actual sobre el origen de la escritura en España.
La arqueología subacuática es uno de los mayores potenciales de España. Ahí, bajo el mar, los objetos se conservan mejor. En nuestras costas hay un patrimonio por excavar. Visitaremos el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena (ARQUA) para aproximarnos al fenómeno. 


Dolmen de Alberite, Villamartín-Cádiz-5.000 años AC. Foto Emilio 

Coordenadas UTM: 264.925
- W 4.077.905
- N Huso:
30
Foto Emilio

¡Recuerda, puedes copiar las fotos y el texto, pero no olvides hacer un enlace a este blog, Gracias!
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...